La felicidad de compartir la vocación política aún en la vorágine del día a día

Los últimos días han sido una vorágine y el pronóstico para los próximos días es de cambio de vientos permanentes. El miércoles, último día en la oficina de Juventud del GCBA, aunque el jueves estuve toda la tarde con Coexistencia en la Plaza San Martín seguida por merecida cerveza de despedida en The Temple Bar, el viernes primer día en la nueva oficina en el Consejo de la Magistratura de CABA, el sábado Bautismo de mi ahijado alemán en Cañuelas y el domingo en Mar del Plata en el IV Encuentro de la Red Luján. Hoy lunes cerrando detalles del Informe que me pidieron en el Ministerio de Trabajo para la presentación de mañana, esperando la visita de mi cuñada de Brasil y mil pendientes de cierre de balance en CICES y la planificación del año próximo de Generación Democrática. La gente se pregunta cómo hago, y es que se acumulan los bullets en Things to do en la Palm. La congruencia de la vida personal con la profesional para todos debe ser un desafío, a veces para mí se me termina mezclando, gano verdaderos amigos en la política, en el accionar social, en cada seminario que asisto para formarme o aquellos que organizo para transmitir una idea o reflexionar sobre la agenda. Y así es que disfruto hacer 400 km para estar tan sólo por unas horas en un seminario que es mucho más que ello. Fue el caso de este fin de semana pasado. El IV Encuentro de la Red Luján para mi es, además de un espacio de reflexión del ideario del humanismo cristiano en el accionar de la vida política, un encuentro con amigos, es un momento oportuno para compartir la fe y admirarte de que existen otros jóvenes con vocación de servicio en la política argentina que luchan cada día por ser testimonios de que sí se puede, de que sí vale la pena dar la vida por los demás, y para la alegría de la virgencita es un lugar donde compartir un Rosario por el bien del país no es anormal o de mojigatos. En fin, como considerar que es trabajo o parte de la vida profesional, no hay fronteras allí con la vida personal, con la vida espiritual, con lo que te llena como persona, con la misión que Dios ha elegido para uno, y uno abraza feliz. Lo mismo, con la Red Guadalupe que no es otra cosa que expandir los lazos a América Latina, porque intangiblemente existe y es cuestión de resaltar nada más a las voluntades de los políticos cristianos en nuestros países hermanos que comparten el mismo ideario, el mismo sueño de poder hacer la diferencia para bien.
No dejo de visitar a mi abuelo enfermo porque tenga que terminar un Informe, está claro que cuidar a quien le debo en parte mi vida es más importante que un deadline, que aún así no descuido. Entonces me dirán y en qué momento, y es que no miro televisión, y es así que soy felizmente ignorante cada vez que comentan en la oficina el programa de la noche. Todo es parte de la coherencia de la vida cristiana. ¿Cómo pretenderé hacer una buena política cuidando de la vida de los ciudadanos sino se cuidar a mi familia y amigos? Por eso es que considero más que importante no olvidar el respeto que debemos a nuestros padres, el compartir entre hermanos, cuidar de los sobrinos, es parte también de la lucha diaria por el ser mejor persona. Y uno es un entero, no es posible ser buena persona en lo profesional y descuidar la vida intima familiar.
Y volviendo a lo que reflexionaba antes sobre como acapara aparentemente la vida política la vida personal de uno, casi no teniendo tiempo libre. Como se explica que uno dejaría la vida por lo que hace, que no es un simple trabajo, sino a lo que uno está llamado a hacer, es como una misión de vida, por eso se dice vocación de servicio, porque para vivir bien la política te tiene que apasionar la oportunidad de poder hacer algo para los demás, no el poder en sí, sino el poder transformar la vida de múltiples familias, comunidades, de un país o una región, como parte de la ilusión de cambiar el mundo.

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