Decisión de no deprimirme ante la realidad de mi país

Hoy 20 de abril es el último día del Programa de Competitividad Global de la Universidad de Georgetown, almorzamos con los empresarios latinoamericanos que aportan al fondo que financia este programa y obviamente el tema de la expropiación de YPF era inevitable que saliera en las conversaciones. Así fue cómo me relató un empresario de Guatemala que canceló una reunión que tenía para el mes próximo para invertir en Argentina a causa de las noticias de YPF. Sí, sin mayores análisis, se elige prevenir que curar. Luego un empresario español me comentó como decidió retirar sus inversiones de argentinas, no sólo por lo de YPF sino por las medidas de Moreno a las restricciones a las importaciones que le impide gestionar sus negocios adecuadamente. Y así es cómo escucho sólo dos ejemplos cercanos de cómo la serie de medidas del modelo K han estado sistemáticamente ahuyentando las inversiones en mi querido país. ¿Y qué puedo hacer? ¿Salir a defender a mi país? Ojalá pudiera, pero no puedo porque se que sus razones están fundadas. En estos meses en Washington DC hemos tenido reuniones con personas que toman decisiones políticas y económicas que influyen en los países latinoamericanos, ya sea en la OEA, la Casa Blanca, el Departamento de Estado, la comisión de Relaciones Internacionales del Senado norteamericano, Council of the Americas, Interamerican Dialogue y todos de alguna manera coincidían en lo mismo. Argentina está haciendo un papel triste en la región, porque no cumple con su potencial y se autoboicotea como país eligiendo a una dirigencia política que parece seguir el manual de lo que no hay que hacer en una democracia que respete su estado de derecho. Tampoco me dieron esperanzas sobre el posible rol de la oposición en mejorar el escenario de los kirchneristas, por lo que mi depresión como joven política argentina sigue estando a la orden del día. Ahora bien, los que queremos hacer las cosas bien, administrar bien el estado argentino sin importar los intereses individuales sino sólo respetando y persiguiendo el bien común, ¿somos tan pocos, somos tan débiles? En estos últimos 8 años he participado en política y he compartido sueños con otros jóvenes argentinos de ver a nuestro país crecer y sin embargo lo único que he visto crecer es el pragmatismo de dichos jóvenes que traicionaron a sus propios ideales o que se autoengañan de que no lo hacen cuando se dieron vuelta apoyando al gobierno que antes criticaban. Aunque esté tentada a entregarme a una depresión que hace que pierda las esperanzas por una Argentina mejor, cuando parece que es inevitable que las malas decisiones sean parte de la Política de Estado, aún creo en los argentinos. Creo en la posibilidad de pensar a largo plazo, de actuar de acuerdo a los valores de los fundadores de nuestro país que proyectaron a una Argentina grande. Porque mis antepasados lo hicieron, porque llevo en la sangre la sangre de quienes dedicaron su vida por una Argentina mejor, debo poner lo mejor de mi para contribuir a la realidad que soñaron. Aunque pequeña sea dicha contribución será válida mientras que sea fiel a los principios de la verdad y de la libertad. Espero recordar siempre este post cada vez que quiera bajar los brazos, cada vez que no pueda defender el honor de mi país a pesar de los errores de nuestros gobernantes. Estoy volviendo a mi país luego de más de dos años fuera, no es el momento de deprimirme ante la adversidad. Al contrario, es hora de actuar para que el verdadero cambio sea más que un slogan político.

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