De la promesa chilena a la incertidumbre argentina

La decisión de volver a la Argentina luego de dos años de estar en Chile, sorprende a algunas personas a mi alrededor, como si no fuera la decisión más inteligente que pudiera tomar. “Mira lo bien que le está yendo a Chile, cómo está creciendo económicamente y su estabilidad política ¿Porqué quieres regresar a la incertidumbre de la economía argentina, con alta inflación y restricciones a la libertad comercial?” a lo que respondo con un simple y caprichoso: “Porque amo a mi país y quiero trabajar para que eso cambie”. Realmente he comprobado personalmente como el sistema chileno es mucho más amigable, no puedo negar que allí se me presentaría como joven profesional mejores oportunidades laborales, además de acceso a un crédito hipotecario a una tasa justa, tener que lidiar con un sistema tributario más transparente y menos burocrático, entre otras ventajas. Incluso, me han concedido la visa de residencia permanente en Chile, y sin embargo a la hora de tomar una decisión de esta naturaleza pareciera pesar mucho más los afectos personales y mi vocación política. Ahora bien, llegando a Argentina no todos parecen estar de acuerdo con que las ventajas de Chile sean tan superiores. Por eso, más allá de las subjetividades de mi opinión quería compartir datos fácticos que podrían ilustrar mejor esta realidad de los vecinos trasandinos. Especialmente ante el rumor de la salida de Argentina del G20 y su remplazo por Chile, aunque sean simples rumores. Para ello, más que el Índice de Desarrollo Humano que realiza el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, los números del Producto Bruto Interno u otros datos que ayudarían a ilustrar la situación comparativa de ambos países, creo que lo más adecuado es considerar el Índice de Competitividad Global desarrollado por el Foro Económico Mundial. Esto es porque, en un mundo globalizado, para alcanzar el desarrollo económico y la eliminación de la pobreza de un país, la competitividad global es vital, dado que da lugar a las oportunidades comerciales que generarán el crecimiento económico, al mismo tiempo que mide la capacidad del Estado en la justa redistribución de la riqueza en su sociedad.
En términos de Competitividad Global, Chile se encuentra en la posición 31 del índice que cuenta a 142 países cuando Argentina está bien más atrás en la posición 85. El secreto de Chile es que cuenta con alta solidez en las instituciones, el Estado de Derecho y la transparencia en los mecanismos públicos de Gobierno; cuando la mayor virtud de Argentina en términos comparativos con Chile es el tamaño del mercado interno. Podríamos afirmar que lo que tiene que mejorar Chile en relación a Argentina es el sistema de salud y educación básica pero eso es algo que los mismos chilenos le están reclamando y pasando la factura al gobierno, y aun así de acuerdo al índice mencionado en la calidad de la educación superior pareciera ganarle Chile a la Argentina. Se explica esto último en el hecho que en el estudio se consideran la educación superior y las competencias requeridas en el mercado laboral para el desarrollo de los distintos sectores productivos. Los datos expresados en el cuadro hablan por sí solos: los argentinos tenemos un hermano menor que creció y ahora tiene mucho por enseñarnos. Las diferencias están dadas, no por los recursos disponibles sino por las personas que administran dichos recursos. Por eso es que quiero regresar a mi país, para llevar las lecciones aprendidas en Chile donde la clase dirigente y las personas que hacen a las instituciones piensan a largo plazo y actúan en consecuencia para que el país se encuentre inserto en el mercado internacional para el crecimiento y desarrollo nacional.

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