De misiones, visiones y otras yerbas… pensando mi Argentina

Entre las primeras lecciones en la administración organizacional te hablan de misiones y visiones como punto fundamental para hacer posible el desarrollo y crecimiento deseado. Para cuando emprendes un proyecto sea del tipo que sea, negocios, político o social, y necesitas quién te apoye financieramente, te recomiendan que puedas comunicar de la manera más eficiente posible ese sueño, lo distintivo de tu proyecto que se diferencia de los demás, que puedas transmitir las buenas sensaciones y la felicidad que traerá los resultados de dicho proyecto. Esto es, un nuevo emprendimiento de negocios, cuál es la visión de esa idea tan original que tendrá éxito y resultará en dinero para ti y todo inversor que confíe en el proyecto, para un candidato político debe poder inspirar y enamorar a los electores con la visión de una sociedad nueva para conseguir el apoyo en la campaña política y alcanzar el poder para liderar al pueblo hacia esa visión. No es distinto con los emprendedores sociales, que tienen la misión de mejorar una porción de la sociedad, combatir la pobreza y para ello lideran voluntarios donantes por su propio camino hacia allá. Pareciera ser tan simple, en todos los ámbitos de la sociedad siempre hay una misión y visión, unas personas que trabajan para tal fin. Existen profesiones que se desarrollan alrededor de estás dos palabras: misiones y visiones. Los psicólogos con lo que se llama orientación vocacional, ayudan a las personas encontrar su misión de vida y perseguir esa visión de felicidad que construyen a partir de sus valores sociales y morales. Lo mismo los guías espirituales, el consultor empresarial y el famoso coaching, etc. ¿Qué tanto nos podemos perder con nuestros pensamientos y deseos que necesitamos de ayuda externa para poner nuestras ideas en orden? A veces nos enredamos tanto aunque sepamos desde un principio lo que debemos hacer. Luchamos contra la pereza, la tentación del camino fácil, las distracciones que nos inventamos, todo para no hacer lo que sentimos en nuestro interior lo que debemos hacer, para seguir nuestra misión de vida, lo que amamos hacer. ¡Qué estúpido suena esto! ¡¿Porqué nos auto boicoteamos?! Nos perdemos como en un laberinto, cuando sabemos que el camino es una línea recta. Incluso, nunca falta un amigo, alguien de la familia que te lo dice, y cuando lo escuchas te dices para tus adentros, es totalmente verdad, pero no lo reconoces en voz alta y continuas empecinado por el camino que sabes que no corresponde con tu felicidad. Es más, a veces no sólo lo admitimos con el silencio, sino también con negaciones y argumentos tan poco válidos que es otra manera de reconocer que el otro tiene razón. Algo así pasa con Argentina. Sabe cuál es el camino para su desarrollo pero se empecina en ir por otro, aun cuando se lo dicen, no lo admite, lo niega. Tenemos la visión de una Argentina grande, que sabe explotar los abundantes recursos que dispone en su territorio, llevándose bien con sus vecinos y teniendo tantos amigos en el mundo como un país tan tradicionalmente pacifista. Que tiene la misión de liderar mostrando un camino alternativo de un país de la región latinoamericano, que fue en su momento modelo de su sistema educativo y de salud pero que se distrajo con el populismo y abandonó de a poco su visión de una patria grande. Como las personas, la Argentina cayó en una depresión de la cuál todavía no sale, es contradictoria, quiere pero no quiere, es caprichosa, es autodestructiva. Está dormida, es sabido que las personas que se deprimen duermen mucho o permanecen tirados sin hacer nada. Pasa el tiempo y no reaccionan, es más tienen el extraño gozo de ver cómo pasan por al lado las oportunidades para auto compadecerse, o quejarse luego de cómo no le resultan las cosas cuando no hicieron nada para alcanzarlas. Si es así, aunque pareciera estúpido nos falta de nuevo esa visión de una Argentina grande, poder creernos que podemos de nuevo crecer, abandonar la mediocridad de los gobernantes, necesitamos un coaching urgente para poder redescubrir nuestra misión en la región, nuestro lugar en el mundo. Pareciera estúpido, pero mientras nos comportemos como si estuviéramos perdidos, escuchando a profetas falsos y desoyendo a nuestros amigos de alrededor sin reaccionar, no saldremos adelante.

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