El país entre un tren sin frenos y otro descarrilado

Como el tren al entrar en la estación de Once que sin frenos, provocó la muerte de 50 personas, y el tren en Retiro que se descarriló ya en más de una oportunidad asustando e hiriendo a sus pasajeros, este Gobierno también muestra los mismos síntomas de necesidad de innovación y de una nueva mano administradora. Porque las victimas son muchas más que las que se encuentran en un vagón de tren, sino que son 40 millones, la urgencia y la gravedad del asunto. En definitiva, son ellos los que sufren cuando el maquinista no pone el freno o no cuida que la locomotora se deteriore. El maquinista debe saber cuando callar y meditar antes de actuar, porque de sus decisiones puede afectar al colectivo que conduce. Así como conocer los límites de su rol y adoptar una posición de humildad, para evitar volver a cometer el mismo error. Sino reconoce que descarriló, difícilmente pueda seguir avanzando. Así es como cuando algunos pasajeros gritan alertando del peligro que viene por delante pero el maquinista decide no frenar, es cuando se da lugar la desesperación de algunos pasajeros de saltar del tren y salvarse al menos ellos.

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