Ni activista ni agente de la CIA, simplemente intolerante a las injusticias

En el 2015, en la Cumbre de Panamá algún periodista me llamó activista de derechos humanos y me sorprendió. Mi primera reacción fue decir que no, que es mucho título para mí, y repliqué: "Yo solo soy una persona comprometida en defender la verdad y la justicia. Me duele ver a mis amigos que sufren amenazas, detenciones arbitrarias, torturas y persecución constante por parte de gobiernos como el de Cuba, Venezuela y Nicaragua, y por consecuencia trato de ayudarlos, de dar a conocer la realidad que viven".  Escuchar ese rótulo por primera vez junto a mi nombre me hizo pensar si realmente la gente me veía así y se lo pregunté a un amigo quien no paro de reírse con mi inocente pregunta. "Claro que sos una activista! Si dedicas la mayor parte de tu tiempo a dar a conocer las causas de violaciones a los derechos humanos y abogar por sus victimas". Es verdad, que comencé como una joven política siendo solidaria con otros jóvenes oprimidos por la dictadura castrista, pero eso evidentemente en algún momento se convirtió en algo más.  Y si ese algo más se llama activismo, pues lo seré para los demás si quieren llamarme así pero yo no me siento que lo sea.
Esto lo recuerdo porque en estos días tuve una conversación similar. Tras la marcha del 1 de septiembre en Venezuela, donde se movilizaron más de un millón de ciudadanos pidiendo por la realización del revocatorio, un artivista venezolano me escribió y me dijo que había pensado en mí, yo yo le pregunte porque si nada tengo que ver con la marcha y me respondió que me dijo que "era la mujer más luchadora por la democracia que había visto"(textual) jaja otra exageración! Qué manía de ponerme rótulos, pensé y repliqué que solo apoyo a quienes defienden la democracia, pero los valientes son ellos, no yo. Yo solo doy una mano a quien lo necesita y sufro de un síndrome que no tiene cura, una alta intolerancia a las injusticias. Mis acciones no son más que una reacción al sufrimiento de los demás. Me duele escuchar a Patricia, la mujer de Daniel Ceballos, mientras trasladan a las 3 Am injustamente al ex Alcalde de San Cristóbal a la cárcel. Lloré cuando el G2 mató a Oswaldo Payá y a Harild Cepero, pero sobretodo me duele ver cuando algunos cubanos niegan las evidencias de ese cruel asesinato de uno de los pocos miembros de la oposición que podría haber liderado la transición hacia la democracia en forma pacífica y justa para todas las partes. No puedo quedar sin hacer nada, es inevitable para mí el compromiso. Y si mi vocación política la debo canalizar por apoyar a los activistas que defienden los derechos humanos por estas constantes reacciones, bienvenido sea. Pero que esté claro que ellos son los héroes, insisto. Uno solo es un instrumento en una lucha más grande. Yo no lidero nada ni a nadie, solo sirvo de puente de quién puede ayudar y quién necesita la ayuda. Porque está claro que yo no soy el origen de la ayuda, no quien recibe la ayuda. Y es por eso, que no no me reconozco ni como activista de DDHH ni líder democrática.
Por otro lado, me encuentro quienes por las mismas acciones me identifican como lo contrario. Los castristas y chavistas, me llaman agente de la CIA, que me pagan para conspirar. Pero esa gente no entiende el lenguaje del amor por el prójimo, de la verdadera solidaridad desinteresada de reconocimiento político o económico. Los numerosos artículos que salen en aporrea, página 12, cubadebate intentándome describir como una persona que busca el mal de Cuba. Y ayer salió un nuevo artículo en una revista de la UNAM, en México, diciendo que estaba allí conspirando contra Cuba, cuando estoy aquí en Alemania escribiendo mi tesis.
No entiendo como personas que se reconocen de izquierda y pretenden reivindicar los derechos de los pobres  no puedan comprender que yo ayude al indefenso ante el poderoso aparato estatal y militar cubano. ¿Es que la ideología los ciega y les impide ver el mal provocado por los suyos? ¿Será que no ven a los pobres multiplicarse en Venezuela haciendo colas por horas, morirse en hospitales desbastecidos por la incompetencia del sistema? 
Para los que tienen las anteojeras de la ideología comunista, cuando uno da una clase de "Gobernanza y gobernabilidad democrática" a miembros de la sociedad civil, ellos ven que uno está entrenando a subversivos, cuando uno le da un teléfono o recarga el saldo de un joven en Cuba para que se puedan comunicarse y organizar reuniones donde hablar de las próximas elecciones, ellos ven financianciamiento a un golpe desestabilizador. A todos los que han escrito sobre mi persona como si fuera agente pagado por el imperio les digo, que no defiendo al sistema de Estados Unidos, sino la democracia, no defiendo al capitalismo salvaje, sino la economía social de mercado. Mi modelo se acerca al alemán o europeo, con una intervención limitada del Estado en la economía para asegurar que no haya abusos ni por parte del sector privado pero tampoco del sector público. Quiero que Cuba sea para los cubanos y que nadie intervenga. Si el gobierno cubano  fuera uno elegido libremente por los ciudadanos, y no estuviera reprimiendo  a cada uno de los que piensan distinto no diría nada. La soberanía es del pueblo cubano, no de la élite gobernante. Hay que respetar la voluntad del pueblo que oprimido lo único que quiere es libertad y al no encontrarla, no ven otra salida más que emigrar.
Son esas injusticias las que me hacen reaccionar y en el caso de Cuba hace 10 años que abrí los ojos y desde entonces solo veo miedo, dolor, desesperación, y ante eso, lamento mucho pero sufro de intolerancia a las injusticias y no puedo más que reaccionar. Si les molesta mi persona o mi accionar, les cuento un secreto: hay un antídoto y es el establecimiento de un sistema democrático multipartidista a través de una nueva Constitución que garantice verdaderamente los derechos de los cubanos.

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